Ramiro Verdú
Teniendo yo unos once o doce años, en unas navidades, mi madre, en un inexplicable prodigio de anticipación, me regaló una Kodak Pocket, auténtica y real y fue tal el impacto que me causó, que estuve haciendo fotos sin parar, semanas y semanas, incluso sin carrete, yo seguía disparando y disparando.
Una inspiración que iluminó mi más tierna infancia y que fue, sin duda, el germen de lo que después sería, no ya mi profesión, sino toda mi vida.
Veinticinco años de aciertos y alegrías, de intenso trabajo, en los que fotografié todo tipo de eventos y situaciones, que me han permitido conservar un amplio archivo fotográfico de aquella época.
La aparición de la fotografía digital supuso un cambio radical en el tratamiento de la imagen y abrió infinitas vías para la expresión artística. Gracias a sus potentes herramientas, es posible experimentar y crecer, en busca de la máxima belleza.
