Entrevista a Luiz Canales

Luiz CanalesEntrevista a Luiz Canales, autor de Whip, love and videotapes.

¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Quién o qué te inspiro a hacerlo?

Tenía unos 18 años cuando me bauticé en la iglesia de los mormones. Ya podía comunicarme bien en ingles hablado y escrito y empecé a escribir cartas a algunos parientes de misioneros de la iglesia en EEUU. Siempre me gustó escribir cartas y ese fue, creo yo, el principio.

¿Por qué esta obra? ¿Qué te propones con ella?

Para escribir bien algo que no es ficción, uno tiene que tener conocimiento profundo del tema, como profesor universitario durante cuarenta años en oriente, pocas son las personas que pueden comentar algo con conocimiento de este asunto. Lo que me propongo con ella es dar al mundo el otro lado de la moneda sobre el sistema de educación japonesa. Lo que el mundo sabe sobre ello es lo que han visto en documentales que apenas enseñan un lado de la moneda, lo maravilloso que es el sistema educativo japonés. Pero eso no es todo, hay otro lado que no es nada maravilloso. Este es el lado que le doy al mundo. Los estudiantes japoneses son víctimas de un sistema que castra y hace un lavado de cerebro en todos desde los primeros días de estudios en una escuela.

¿Qué se va a encontrar el lector en esta obra?

Exactamente lo que he dicho en la respuesta anterior. El otro lado de la educación japonesa que el mundo no conoce. Pero es una obra original. No es un relato ortodoxo, es mi vida, el día a día de un profesor extranjero en Japón. Cuento lo que pasaba en las aulas de todos los días. Aulas que para los japoneses son jaulas con profesores esclavos de tradiciones de hace siglos. Yo rompí las jaulas, les enseñaba con vida. Si tenía, por ejemplo, que hablar del Quijote en un curso de español, les enseñaba primero películas y documentales sobre Cervantes y Don Quijote. El video era un medio para que estudiaran algo serio y se entretuvieran al mismo tiempo. Un método raro para una sociedad cerrada a lo moderno occidental.

¿Qué recomendarías al lector antes de comenzar a navegar por las páginas de esta obra?

Pienso que todos los lectores tienen un cierto conocimiento sobre Japón y su cultura. El mundo habla de la educación japonesa y millones han visto documentales sobre el tema, pero como se trata de un relato autobiográfico, hay anécdotas y trozos de mi vida relacionado al show business, pero entrelazado y directamente relacionado con el tema del mito de la educación japonesa.

¿Qué nos puede aportar la lectura de Whip, love and videotapes?

La realidad cruda del mito de la educación japonesa y la cultura de los japoneses. Todo escrito de una manera viva  y que mantiene la atención del lector. El «set» cambia a veces desde Japón a otras tierras, por ejemplo, tuve que llevar a un grupo de estudiantes japoneses a Portugal y España. Una experiencia que también enseña al lector mucho de la manera de pensar de los universitarios japoneses que tienen más interés en sacar fotos que en la obras  del Museo del Prado.

¿Cómo surgió la idea de escribir sobre la educación en Japón?

Me gusta leer y escribir sobre temas que me hagan pensar. A nadie le gusta leer un libro monótono. Empecé a escribir diarios sobre mi vida en Japón en 1983 y de ahí, diez años después, surgió la idea.

¿Dónde te has inspirado para escribir Whip, love and videotapes?

Soy un gran aficionado al cine. También me encanta leer biografías sobre los astros y estrellas de la pantalla. Un día estaba leyendo My name escapes me. The diary of a retiring actor de Sir Alec Guinness (Bridge over the river Kwai. 1957). La obra es un relato de su vida durante un año.  Me encantó el libro y encontré la idea super interesante. Desde la década de los ochenta hasta principios del año 2004, escribí veintiseis cuadernos sobre mi vida en Japón y mis viajes por el mundo. Pensé que sería interesante un diario sobre la enseñanza en Japón, resaltando mis experiencias en el aula y todo lo que pasaba en mi vida relacionado con mi carrera de profesor. Como veía muchas películas en video en casa y en el aula usaba documentales y películas, hablaría sobre ello en mi obra. Así nació este libro.

¿Qué nos contarías de la educación universitaria en Japón?Whip, love and videotapes

La educación universitaria en Japón no es una maravilla como piensa todo el mundo. Los universitarios cuando entran en una universidad no van con la idea de estudiar, sino de que van a tener cuatro años de vacaciones, cuatro años de vida social. Hasta los 18 años de edad son esclavos del sistema que no es «educación», sino adoctrinamiento, lavado de cerebro, están castrados. Ya no quieren estudiar. Los padres lo saben, la sociedad lo sabe, pero sin el diploma universitario el estudiante no es nada en una sociedad donde todos están obligados a obedecer. Democracia, libertad a la japonesa. No les queda más remedio a los padres que pagar millones de yenes para que sus hijos no se queden en la calle en el futuro. Las universidades, igualmente dicen «amén» a los que les dice el ministerio de educación, no hay otra salida. O el japonés se traga la «mierda» que se le da y se calla o mañana está en la lista del paro en Japón. Pongan atención a esto que ha escrito un joven japonés sobre el tema:

«What is our object for studying? Most japanese students will say passing the university entrance examination. But will they be happy? No. Because they have lost their object in life. Their only object is passing the exam, but i myself who think it is a foolish thing an studying for the examination, too. I am weak. Japanese students are weak. I am a fool japanese students are fools. Japanese teachers who teach techniques for passing the university entrance examination are crazy. Japani crazy but I am sudying for the entrance examination».

Por lo tanto, cuando un profesor universitario extranjero pregunta a uno de sus estudiantes en el aula si le gusta estudiar el 95% contesta «No». Un profesor estadounidense tiene una explicación dolorosa pero verdadera sobre estas pobres víctimas: «Nosotros recibimos damaged merchandise (mercancía estropeada) en la universidad de Japón».

 ¿Qué nos puedes contar de tu experiencia como profesor en Japón?

Fue un desafío. Los japoneses son demasiado pasivos. El sistema de educación en Japón convierte a todos en zombis, robots, ordenadores, no les gusta argumentar, dar su opinión, etc. En el aula, el profesor que no tenga ánimo no consigue nada. Si haces una pregunta sencilla, sea lo que sea, te contestan «no sé». Si en el aula hay 30 estudiantes y haces la misma pregunta uno por uno, la respuesta es la misma: «no sé». Naturalmente es algo imposible de creer. La verdad es que el alumno que sabe la respuesta no te la dirá porque supone dejar a los demás en una situación de vergüenza. El estudiante, como en todo, en Japón funciona en relación al grupo, si contesta piensa en que dirán de él los otros 39 compañeros «¿Has visto el tipo ese? ¿Quién piensa que es? Creído, la divina pava, la madre de los pollitos». Esta actitud para un occidental es increíble.

 ¿Qué características específicas destacarías de la educación japonesa?

Las características buenas y malas son tantas que para contestar bien la pregunta tendría que escribir un nuevo libro. La contestación está en las páginas de mi obra polémica que espero que lean. Si les cuento todo se acaba el chiste, no hay más suspense, ¿verdad?

¿Qué método utilizas a la hora de escribir?

Hay una gran variedad. Si es una biografía como la de Gina Lollobrigida (soy el autor y Calíope la publicará en abril de este año), lo primero es tener un cierto conocimiento del biografiado. Investigo y después me pongo a escribir. No tengo método de horarios, etc. Escribo cuando me siento inspirado.

Valora cómo ha sido tu experiencia con editorial Calíope.

Hasta el momento ha sido genial. Me siento feliz y sé que ahora mi carrera de escritor sale adelante. Empecé la carrera en 1982, mientras enseñaba en la Universidad de Kioto, Japón, tenía 39 años. En 1990, publiqué la biografía de Gina Lollobrigida con Branden Books en Boston y no tuve suerte con la editorial. El editror presidente me robó descaradamente mis royalties. Ahora, con Editorial Calíope me siento seguro. Es una editorial que se preocupa en divulgar su obra, es una casa editorial muy responsable y ordenada. Dichoso el día que la descubrí en Brasil, país en el que vivo desde hace tres años. Editorial Calíope es para mi como si hubiera encontrado el tesoro del Conde de Monte Cristo. Pienso publicar cinco obras este año con ellos. Además de esta primera y las dos que siguen, «Imperial Gina» en ingles y en castellano; tengo un manuscrito que he escrito en ingles: «My own ringmaster», una obra que empieza en Ubeda (Jaén), continua en Buenos Aires y termina en Brasil. A los españoles y a los porteños les va a gustar mucho. La quinta obra es una sorpresa, pero les adelanto que está cien por cien relacionada con Japón. Asi que, con Editorial Calíope tengo ganas de trabajar y escribir mucho y lo digo de corazón. Y finalmente, soy un hombre feliz pues tengo sangre española, alma gitana y Editorial Calíope me ha acercado más a los españoles y a España. Espero ser un buen escritor, digno de pertenecer a esta casa editorial.

 

 

 

 

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